Desde el 27 de Febrero del 2010, aunque suene cliché, la vida cambió de un modo extraño. No es que ahora le declare mi profundo cariño a todos mis seres amados, ni viva cada día como el último, ni valore más la vida.
Aunque ha pasado más de un año, en Talca seguimos terremoteados: nuestra cotidianeidad sigue afectada, nuestra ciudad aún está llena de ruinas, escombros y "espacios vacíos", así como nuevas construcciones en cada esquina, y oficinas, locales o colegios modulares. Todo el tiempo hay que preguntarse ¿dónde funciona ahora tal cosa?
A esto sumemos el estado de hipersensibilidad en el que nos hallamos. Yo no vivo con pánico, pero reconozco que si antes no me enteraba de los terremotos que ocurrían en otros lugares del mundo, hoy estamos al corriente de cada sismo, con su ubicación exacta, grado, orígen, efectos, víctimas y un gran etc. Y, por supuesto, si viene con tsunami, la cosa da para más.
Y ahora el terremoto en japón nos ha tocado la fibra. La oración que hicimos en el colegio tuvo un sentido fraternal, con sabor a dolor compartido.
Y luego la evacuación de nuestras costas... el efecto material del tsunami Japonés fue muy menor para nosotros, pero el efecto emocional ha sido gigante, cuando aún no encontramos a los niños y adultos desaparecidos hace más de un año en Constitución.
1 dejaron un poco de sí en este lugar:
Es la clase de sucesos que nos recuerdan, y nos hacen ver, que simplemente somos seres humanos, así, sin rótulos ni nada (como nacionalidad, nivel socioeconómico, etc. etc.)... Y nos hacen sentir como tales y ver esa humanidad en todos los demás.
Y esa empatía que revela lo que escribes da para agradecer que seamos seres humanos.
Un abrazo.
Que estés muy bien.
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