Retrato interior de hoy

lunes, 21 de julio de 2008

La vida tiene tantos dolores, tantas delicias, es tan imprevisible y sorprendente que me ha vuelto a pillar desprevenida.
El río Maule se llevó a mi primo lejano este fin de semana y aún nada se sabe de su cuerpo. No lo recordaba, no había una relación tan cercana, pero para mí la familia siempre ha sido muy importante, por lo que sentir el duelo de aquellos con quienes comparto un lazo tan fuerte como el parentesco es lo que me ha llegado al alma. Lo que me pesa es el dolor de la familia, más que el duelo en sí.

Como la vida no conoce de medida, hoy me ha tocado otra cosa. Desde principios de año se estaba vislumbrando que este sería el último invierno de mi perrita, Kitty. Yo lo tenía más que asumido; ya tenía trece años y se notaba un deterioro muy acelerado, tanto que el último mes apenas se levantaba, estaba muy desanimada. Ayer casi no quiso comer y hoy no tocó bocado, así que esta tarde le dije a mi mamá que la sacrificáramos.
Siempre he pensado que los animales no deben vivir como los viejitos enfermos, llenos de medicamentos y con mucha asistencia. Yo creo que es mejor que se vayan antes de empezar a sufrir, así que no dudé en tomar la desición.
Vale, no quería hacerlo, de verdad no quería, pero preferí pedir la eutanacia rápido, antes de arrepentirme. Pero ella parece que sabía lo mucho que me estaba costando hacerlo. Caundo la fui a despertar para subirla a la camioneta, descubrí que ya no respiraba. Su cuerpo estaba tibio y aún no se ponía rígido, y aprovechando que mi sobrinita no estaba en casa, decidí que era mejor llevárnosla de inmediato.
Me dió pena meterla a un saco y cargarla hasta la camioneta, pero sentí que era algo que debía hacer yo. ¿Cómo te despides de un ser que formó parte de tu vida durante casi trece años? No me duele su muerte; ella estaba vieja y murió tranquila, sin quejarse de nada, sólo se quedó dormida, acá en su casa y acompañada. Lo único que yo deseaba para ella es que nos dejara de esta forma, y así fue. Ahora me queda limpiar y desinfectar el patio para esperar la llegada de nuestro nuevo perrito, que tiene 5 meses y ya es un pequeño torito de lo grande que está. Se que parece un cambio de zapatos aí como lo cuento, pero la vida es así, no se detiene. Mañana será otro día.

1 dejaron un poco de sí en este lugar:

D _ _ _ _ o dijo...

Bleh, que pena todo. Si bien ya me habías contado y transmitido tu extraña sensación durante el domingo, no deja de impactarme. Por más que sea pariente lejano se mantiene un vínculo y a la vez somos solidarios compartiendo esta sensación de recogimientoo. Ojalá que aparezca pronto tu primo, ya que merece su santa sepultura.

Sobre tu perrita, pucha....cuántas historias y anécdotas con esa diablilla. Llegar a tu casa sin estar prevenidos de ella era casi un suicidio jajajaja. Era imponente y siempre le tuve respeto. Tomaste una decisión difícil, que duele mucho, pero como dices tú, es peor hacerla sufrir y conservarla sólo por el cariño.

Nunca he sido bueno consolando. Pero si logro sacar una sonrisa, aunque sea una minúscula, mi pega está más que hecha....(mi lado Edmundoso jajajajajajaj)

Un beso y mañana será otro día donde presiento que llegarán 2 mujeres bien especiales a su hogar jujujuju....